jueves, 9 de octubre de 2008

Estaba decidido a encontrarla...., ¡esta vez sí!, estando convencido de mi buena orientación no entendía cómo en dos ocasiones me había perdido, al fin y al cabo aunque aquello se parecía bastante a un laberinto, tampoco era tan grande el Albaycín. Además mi frustración, como es normal, no había hecho mas que aumentar el deseo, y la ignota plaza Carvajales, a esas alturas, estaba rodeada de un romántico misterio que muy pocos conocían.
Llevaba ya 4 años en Granada, tiempo más que suficiente para recorrer aquel sorprendente y bellísimo barrio que todos los estudiantes pateabamos en cuanto los estudios nos lo permitian.Yo lo hacía bastante a menudo y creía que no tenía secretos para mí, disfrutaba del mirador de S. Nicolás, el paseo del Darro o la cuesta Gomariz, o me perdía en las callejuelas intrincadas que parecían pertenecer a épocas y lugares legendarios.
Por eso, cuando Laura me habló de aquella placeta, que es como realmente se llamaba, me extrañó no haber tenido noticias antes. No era Laura una compañera de clase "normal", poco habladora, sacando unas notas casi insuperables no pertenecia al grupo de los empollones ,era muy celosa de su intimidad y le gustaba pasar desapercibida ,pero no lo conseguía.No puso especial énfasis pero yo sentí que había un sentimiento especial cuando dijo que era un espacio mágico al que solía ir pocas veces y siempre sola.No sé si hubo premeditación por su parte , pero yo me lancé al trapo como si me hubieran dado un pellizco, le pregunté donde estaba y con pocas indicaciones estaba convencido de encontrarlo.
En cuanto pude salí en busca de la plaza Carvajales, no sin antes averiguar si era conocida por mis amigos, con resultado completamente negativo.Lo cierto es que por más que dí vueltas no lo conseguí, ni en esa ocasión ni en la siguiente, dias después, cuando un compañero natural de Granada que habia oido hablar de ella vagamente me indicó que estaba en aquella zona cercana a una zapatería.
La conversación que mantuve con Laura dias después, ya no fué igual, me empeñé en "cartografiar" bien los alrededores para acceder sin error (cabeza cuadrada, lo reconozco), pero no fué eso lo importante, cuando salí me había llevado algo personal , casi íntimo de ella, esta vez me contó, sin poderlo evitar, sus emociones, lo que experimentaba en aquel pequeño trozo de jardín, descuidado con un naranjo desvencijado en el que llegó a grabar algunas letras, la belleza presidida por una vista imponente de la torre de Comares de la Alhambra desde una perspectiva inédita, la paz que se respiraba.....era algo que le pertenecía y que casi nadie conocía.Sus ojos eran una ventana que se abría y donde se podía percibir también una melancolía que yo llegué a sospechar de donde podría proceder.Me sentí realmente cerca de ella y más que nunca con la determinación de llegar hasta allí, pero ya de un modo diferente, ya no era un interés turístico o una curiosidad de ver algo bonito, iba a entrar a un espacio entrañable que merecía respeto.
Aquella fué una de las pocas mañanas que yo recuerdo haber hecho "novillos" en toda la carrera, era fría, gris, con una lluvia muy ligera, que dejaba las calles más desiertas de lo habitual y a mí me facilitaba la percepción de los lugares y las personas. Desde la Puerta de Elvira en dirección a Plaza Larga tenía la impresión de estar en un pueblo, la poca que gente que me cruzaba en el camino parecían sacados de una película de los años 50, incluso una mujer con un pañuelo anudado a la cabeza.Fuí poco a poco saliendo de las calles conocidas y sumergiendome en un mundo casi irreal , desolado, con el sonido de mis botas sobre el empedrado, fuí deteniendo mis pasos y asomandome a las verjas, las enredaderas y geranios que mostraban una belleza nueva para mí, sin prisa, la meta no era algo situado en un mapa, traté de imaginarme a Laura allí mismo y me gustó la idea,....quizá alguna vez.
Nunca antes habia pisado esas callejas estrechas, irregulares, sorprendentes,....tenia que estar cerca!...sin nada que lo anunciara al doblar una esquina me impactó la visión de una gigantesca torre en un claro entre las pequeñas casas, sin darme cuenta habia estado bordeando la ladera del Albaycin , la ruta me habia conducido sin poder ver mas que las tapias y fachadas hasta una una plataforma donde el horizonte se ensanchó, impactando sobre los ojos que solo veian cosas muy cercanas .El efecto fué sobrecogedor , la majestuosa torre de Comares ,que habia estado oculta, se aparecia allá arriba, enorme, con un angulo que le proporcionaba una gran belleza.El resto de la Alhambra también estaba allí, pero la orientación de la plaza le daba mas protagonismo a la torre.Sólo pasados unos minutos (realmente no sé cuanto tiempo) ,pude sobreponerme y comenzar a fijarme en lo que había a mi alrededor.
Era un lugar verdaderamente humilde, una pequeña y vieja fuente central rodeada de setos y dos hileras de arbolillos que conducían a una barandilla a modo de mirador con dos bancos de piedra. Agradecí el sonido del surtidor que elevaba el agua y luego chapoteaba dandole un ambiente exótico.
En un rincón del jardin estaba el naranjo con aspecto envejecido, me acerqué buscando las señales que pude encontrar algo borrosas de un nombre destinado al olvido.Al volver entré en una tienda y compré una planta con flores rojas ,esperando que le gustaran, se las merecia!.

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